Con cerca de cuarenta años, Márcio Faraco parece estar llegando a su madurez profesional. Después de dos décadas \"pagando facturas\", el guitarrista, compositor, arreglista y cantante está por fin consiguiendo reconocimiento por lo que realmente es: una de las personalidades más frescas y únicas en la nueva música popular brasileña. \"Interior\" es la continuación a su celebrado álbum de debut para Universal, \"Ciranda\". \"Ciranda\", editado en Marzo del 2000, vendió más de 60.000 copias en toda Europa, una cifra impresionante para un álbum de debut, particularmente para este estilo de música.
Tras el lanzamiento de \"Ciranda\", Márcio Faraco afrontó un extenso tour que le llevó a Estado Unidos, Canadá y Europa, ganándose el favor de la crítica y consiguiendo una muy buena acogida de público. Uno de los momentos destacados de la gira fue durante el mes de Julio del 2001, mes en el que hizo su aparición en el mítico Blue Note de Manhattan, aparición de la que resultó un entusiasta artículo en el New York Times, otra excepción tratándose de la gira de debut de un artista.
Márcio Faraco nació en 1963 en Alegrete, al sur de Brasil, muy cerca de la frontera con Argentina. Su padre era militar y debido a esto su familia debía realizar constantes cambios de domicilio. Entre una ciudad y otra, Faraco se fue introduciendo en la mezcolanza de culturas y tradiciones musicales que resulta en la gran riqueza étnica del país más grande de Suramérica. Descubrió Recife, Belo Horizonte y el Noreste cuando era un chico, antes de desplazarse con su familia a Brasilia, la futurista capital en el corazón mismo del continente.
En Brasil, Márcio Faraco descubrió el choro (un ancestro de la samba y el favorito de su padre), el baiao, la toada, la samba, la bossa-nova y el movimiento \"Tropicalista\". Asimiló todas estas influencias y a partir de ellas creó una síntesis de sus propias ideas. Cuando tenía doce años, su padre empezó a enseñarle los más necesarios principios para aprender a tocar la guitarra. Su familia había decidido que iría a la universidad, si embargo, las clases eran simplemente una diversión. Márcio tenía otras ideas y empezó a estudiar el instrumento en secreto.
Se matriculó en derecho, pero pasaba la mayor parte del tiempo escribiendo canciones. En un concurso organizado por una importante lotería local, Márcio fue elegido como mejor compositor brasileño. Decidió que era entonces o nunca. El joven dejó los estudios, con el consecuente enfado de su padre y toda su familia, y a los veinticinco años Faraco abandonó Rio de Janerio, la ciudad en que la música de Joao Gilberto y Antonio Carlos Jobim había florecido.
Márcio luchó por vender algunas canciones con la denominación de \"canciones cariocas\", pero advirtió que en general Rio no era como él lo había imaginado. La música había cambiado, mientras Márcio seguía creyendo en la estética de los sesenta - el sonido de Gilberto, Jobim, Bonfa, Baden Powell y, algo más tarde, Chico Buarque, Milton Nascimento, Caetano Veloso o Elis Regina. Creía en una belleza melódica, una atmósfera poética y lírica, un tono sobrio, delicado y natural, y una sensual gracia y fluidez - un sonido que hiciese sentir a la gente como si flotasen. Desde su óptica, este era el sonido que había conquistado el planeta.
márcio faraco En 1992 decidió buscar, en sus propias palabras, un \"exilio poético\" en París. Allí fue contratado durante largo tiempo por el cantante Didier Sustrac. Como solista, Márcio ejerció de telonero para el Trio Esperança, tocando repertorio brasileño y composiciones propias. Durante un especial dedicado a Brasil por el programa de la televisión francesa \"Taratata\", le invitaron a unirse a Chico Buarque para una pequeña actuación improvisada. Márcio y Chico se hicieron amigos de inmediato. En 1994 Chico invitó a Márcio a tomar parte en un tributo al entonces recientemente fallecido Antonio Carlos Jobim (\"Colour Café\", editado en 1999). Este fue el golpe de efecto definitivo que le llevó a firmar un contrato en exclusiva para Universal Jazz Francia.
El primer álbum que resultó de este contrato fue \"Ciranda\", la rúbrica de un proceso compositivo que había empezado varios años atrás. Fue un primer golpe maestro, producido por el teclista y arrelgista Wagner Tiso, un viejo colega de Milton Nascimento.
\"Interior\" es un continuador natural de \"Ciranda\", pero nos muestra a un compositor más maduro. El claro y suave timbre de su voz acoge las melodías de manera tan simple que crean adicción: desde \"baioes\" (\"O Céu e o Mar\", \"Pao com Pao\") hasta sambas y bossas con matices jazzies (\"O Destino Espera\", \"Saudade Cuando Dá\"); desde \"xotes\" (\"Sarapatel Humano\", \"Sumidouro\") hasta estremecedoras baladas (\"O Sobrevivente\"); desde canciones desesperadamente tiernas (\"Efêmera\", \"O Outro Lado\"); hasta lánguidos cortes impregnados de misticismo (\"Nosso Amor de Tanto Tempo\", \"Um Dia eu Vou\").
Los arreglos de \"Interior\", más introspectivos que de los de su predecesor, favorecen los sonidos acústicos y luminosos - mullidas percusiones, acordeón, flauta, piano, saxo soprano, un cuarteto de cuerda, bajo, cavaquinhos. Aquí Faraco se hace ha rodeado de un grupo de músicos elegidos con especial cuidado: los pianistas Kenny Barron y Wagner Tiso, el arreglista Gil Goldstein, los guitarristas Patrice Larose e Índio Brasil, el acordeonista Daniel Mille, los bajistas Jorge Helder y Josué Domingues y los percusionistas Mino Cinelu y Julio Gonçalves. De cualquier modo, solo o en trío, con sexteto u orquesta de cámara, Márcio Faraco desarrolla en este disco su catálogo completo de sapiencia musical, toda la profunda y sutil paleta de su arco iris subtropical, toda la rica elegancia de su inventiva, su refinada y prolífica sensibilidad. Una auténtica genialidad.