Goldfrapp nunca han sido tímidos a la hora de presentarse: desde el chillido eléctrico de su primer lanzamiento \'Lovely Head\', hasta el glamour discotequero de sus actuaciones en directo. Su álbum de debut \'Felt Mountain\' era un cocktail hechizante de atmósferas narcóticas, elementos de tango y hits rodeados de electrónica nerviosa. Alabado en el mundo entero, fue una colección de canciones sin fecha de caducidad, la banda sonora ideal para el principio del nuevo milenio.
Si el mundo sensual del primer disco \'Felt Mountain\' estaba empapado por el olor de la fantasía oscura y paisajes oníricos, su nuevo disco \'Black Cherry\' añade los sonidos y la energía de la ciudad, el torbellino de los parques de atracciones y la excitación del deseo. Sigue utilizando su marca de fábrica y pone de manifiesto la habilidad que tiene el grupo para transportarte a otros mundos. Puede ser que a la primera escucha, \'Black Cherry\' parezca muy alejado de algunas de las atmósferas de \'Felt Mountain\', pero cualquiera que haya podido disfrutar de la energía e intensidad de los conciertos en directo del año pasado reconocerá que el sentimiento sigue siendo el mismo.
La decadencia y el hedonismo desesperado del Studio 54 de Nueva York tienen su lugar en el mundo de Goldfrapp. Dice Alison \"me encanta la música disco, Donna Summer, MacArthur Park, todo aquello. En el último disco la gente me preguntaba cuales eran mis influencias. Les respondería Ennio Morricone y la música disco. El drama y las cuerdas estaban allí, aunque no sea tan obvio\".
Alison Goldfrapp se crió en la esquizofrénica mezcla de los suburbios y el campo. Siempre iba a ser \"diferente\", y así fue. De escuela de monjas a escuela pública, de la semi-normalidad de los suburbios a ser okupa en Londres, Alison pasó tres años cantando con un grupo de danza contemporánea en Bélgica donde empezó a darse cuenta de lo que podía hacer su voz y como se podía relacionar con el directo. Al mismo tiempo también tuvo el empuje de hacer lo que le apetecía, actuar y desarrollar una carrera artística.
En un universo paralelo, Will Gregory - hijo de una vedette de Covent Garden que llenó su infancia de música clásica y The Beatles - se encaminó hacia Estados Unidos con el plan de tocar el saxo bien. En San Francisco aprendió a tocar en bares. Formó parte de varias bandas pero aburrido en el bus en la carretera empezó a componer bandas sonoras. Entonces un día un amigo le dio una cinta con la casi completa versión de \'Human\' de Alison. Como lo dice Will con su característica sangre fría, \"Su voz tenía algo.\"
goldfrapp Firmaron con Mute en 1999 y trabajar en \'Felt Mountain\' unió su música favorita, desde Moroder hasta Morricone, su odio hacia los términos medios y su habilidad de pensar visualmente y no en términos de partituras. Sin duda el ambiente del lugar de grabación -una casa de campo en medio de Wiltshire con ratones en el tejado- también influyó en el ambiente final del disco: un sitio cinematográfico lleno de fantasmas, cortinas que se entreabren, canciones de amor torcidas por sugerencias futuras de desasosiego.
Aclamado en el mundo entero, \'Felt Mountain\' vendió medio millón de copias y tuvo un gran impacto tanto en Europa como en Estados Unidos. NME lo describió como \'pop alucinógeno de primera calidad. Delirantemente bueno.\' Muzik lo calificó de \'compra obligatoria\', y Rolling Stone describió el disco simplemente como \'impresionante\'. Los críticos empezaron a sugerir que por fin había una mujer inteligente, elocuente y fascinante emergiendo del pop británico. Algo preciado en estos tiempos de celebridad vacía.
La Alison Goldfrapp de \'Black Cherry\' es un personaje diferente del que se desveló en \'Felt Mountain\'. En este disco está \"más contenta\" y \'Black Cherry\' es como una explosión de color y ruido y ganas de vivir.
Lo atractivo de Goldfrapp sigue siendo esta magia potente y llena de misterio, la sensación de que hay algo justo debajo de la superficie, justo fuera de alcance. A pesar de la aparente alegría \'Black Cherry\' también tiene un fondo tenebroso. Con \'Black Cherry\' entremezclan la composición clásica con la música moderna más abstracta. Una vez más han conseguido una intensidad de expresión que es a la vez futurista y familiar. Han hecho este territorio suyo.